La segunda creación de Rebellion of the Machines pone en escena una auténtica moto de carreras de los ‘80, partiendo de una de las naked con más éxito de los ‘90, la Monster 900.
El cancerbero de Rebellion of the Machines, formado por Adolfo Calles y los hermanos Raúl y José Pérez, vuelve a la acción dispuesto a romper la monotonía del panorama actual de preparaciones, donde algunos constructores permanecen estancados, explotando continuamente los mismos recursos y dispuestos a terminar con el stock de Firestones.
Si hace dos años nos sorprendieron a todos con una cafe racer “de libro”, sobre una Honda CB750 que todavía nos quita el sueño, la vuelta de tuerca conceptual que han dado en esta ocasión es toda una declaración de intenciones y una muestra de que, por encima de las modas y corrientes, esto es una auténtica rebelión.
Han parido esta espectacular Ducati F1R, con un gusto y acabados exquisitos.
El equipo, hastiado de la escena actual de preparaciones, decidió lanzarse contra corriente en este proyecto. “Lo fácil hubiese sido coger una deportiva, quitarle el carenado y ponerle un faro redondo” nos comenta Adolfo “por eso nos propusimos hacer todo lo contrario, crear una deportiva carenada…y con faro cuadrado”. Detalles estéticos aparte, afirma que: “Queremos motos que funcionen, que sean efectivas, que se puedan disfrutar en el medio para el que han sido creadas. Nuestras motos, según nuestro decálogo, tienen que estar mejoradas en todos los aspectos, ser más ligeras, más rápidas y, si podemos, más bonitas”.
No podemos estar más de acuerdo con su filosofía y, después de ver el resultado de su segunda creación, nos sobran las razones. Basándose en la cafe racer por excelencia de Borgo Panigale, la Monster 900 de 1993, han parido esta espectacular Ducati F1R, con un gusto y acabados exquisitos.
Como viene siendo habitual en las motos de Rebellion of the Machines, el propulsor está rehecho por completo, sustituyendo rodamientos, juntas, puliendo conductos… Un nuevo kit de carburación, asistido por un airbox perforado con filtro K&N, proporciona la mezcla perfecta al bicilíndrico de 904 cc. Los colectores con recubrimiento cerámico y una pareja de silenciosos de aluminio, con salida por ambos lados, se encargarán de su ronco bramido.
El chasis, igual que el basculante, permanece de estricta serie, salvo la capa de pintura en gris titanio que le sienta tan bien. Únicamente le han metido mano al subchasis, que ahora es regulable y permite diferentes configuraciones de la parte trasera de la moto, en función de los gustos y la talla del piloto. El apartado de las suspensiones se ha cubierto con una horquilla Showa de 41 mm delante, heredada de una 851, junto con un nuevo amortiguador Öhlins, en su parte de atrás. Los discos de freno se sustituyen por unidades lobuladas en ambos trenes, firmadas por Galfer, mientras que en la mordida siguen confiando en pinzas Brembo.
Con una parte mecánica totalmente revisada y actualizada, llegaba el turno de darle a la Monster ese aspecto de hiper deportiva de mediados de los ‘80 que nos ha enamorado. Para ello se han servido de un carenado de F1, convenientemente modificado y al que han incrustado un faro cuadrado, ex Suzuki. En la parte de atrás, el colín profundamente rectificado y más estrecho que el original, luce un piloto trasero formado por dos filas de leds. El depósito, de fabricación propia y con un diseño en la línea del resto de los elementos, conserva la característica de Ducati de poderse levantar. Un detalle muy racing, que además contribuye a una perfecta accesibilidad mecánica. Para finalizar, una pareja de guardabarros de fibra de carbono “al aire”, en ambos trenes y un excelente trabajo de pintura combinando el negro con el gris titanio, a juego con el bastidor.
No nos olvidamos de elementos como las llantas Marchesini, el embrague en seco y las estriberas firmadas por Ducabike, los intermitentes delanteros (Motogadget) anclados a las puntas de los semis o el diminuto panel de instrumentación formado por una pequeña pantalla digital. Todo un conjunto de detalles que nos revelan el respeto al espíritu original de una moto como la Ducati F1, que tan solo contaba con lo estrictamente necesario.
Han conseguido volver a despertar esa lujuria adolescente que te impide separar la mano de la entrepierna al pensar en algunas motos.
“Tras el éxito de la primera CB750, teníamos algo de miedo con cómo el público podía recibir esta segunda moto. Básicamente por las particularidades propias del proyecto. Sin embargo, una vez presentada, la respuesta ha sido positiva en un 99%”.
Y no es para menos ya que, por si fuera poco, podemos hacernos con una moto de estas características por 19.000 €. Una cifra, a nuestro parecer, nada elevada si tenemos en cuenta que además se entrega, como norma de la casa, totalmente homologada y con garantía de por vida.
Todavía no hemos tenido la oportunidad de verla en vivo pero, hasta entonces, los chicos de Rebellion of the Machines han conseguido volver a despertar esa lujuria adolescente que te impide separar la mano de la entrepierna al pensar en algunas motos.
Fotos: Fuel Magazine